A veces me dan crisis de identidad. Ya he sucumbido al arte inglés de llevar manoletinas sin calcetines media, aunque haga 5 graditos. Pero lo más grave es que por poco pillo alergia a la cocina. Tengo suerte que en esos momentos aparece mi madre, como el Don Limpio, y se me quita toda la tontería.
Aunque no estemos cerca, el Skype nos mantiene al día. Aparte de hablar de y ver cómo come Abril (95% de la conversación), siempre lo utilizamos para temas muy importantes, como saber lo que hemos comido y lo que comeremos al día siguiente, tal como manda la tradición familiar. Mi madre sabe cómo darme ideas. Me encanta su repertorio de cocina, pero lo que más me gusta es cómo me cuida, aunque esté lejos. Lástima que el Skype todavía no me deje teletransportarme para darle un beso y un abrazo.
Mamá, va por ti. Gracias por estar siempre a mi lado. Te quiero.
La receta
Recuerdo cuando mi madre hizo esta tarta por primera vez. Me encantó. Es fresquita, dulce pero no empalagosa y muy jugosa... Puede que no sea la tarta más bonita del mundo, pero puedo asegurar que ¡es placer para el paladar!
Fresquita está muy buena. Una vez hecha, consérvala en el frigorífico, si te puedes resistir a no comértela, claro.
- 1 kg de manzanas limpias tipo Golden
- 3 huevos
- 1 vaso de leche
- 3/4 de vaso de azúcar
- 1 vaso de harina
- canela molida al gusto
Para el almíbar de encima:
- 3 hojas de gelatina
- 50 g de agua
- 2 cucharadas de azúcar
- Unas gotas de zumo limón
Preparación
1. Se enciende el horno y se pone a precalentar a 170º, parte de arriba y parte baja.
2. Mientras tanto, empezamos preparando la base de la tarta pudding. Se baten los huevos con el azúcar.
2. A continuación, se pelan las manzanas y se casquean. Reservamos al menos 2 manzanas, que haremos en trocitos pequeños (tamaño dedo meñique) para que le aporte textura a la tarta. El resto se bate con los huevos. Cuando todo está bien batido, se incorpora las manzanas en trocitos y la canela molida.
3. A continuación le vamos añadiendo gradualmente la harina tamizada con la ayuda de una paleta. Para que no queden grumos, echamos la harina poco a poco con un colador y la introducimos sin mover en exceso.
4. Preparamos un molde de cremallera con mantequilla y harina. Volcamos la masa y horneamos durante una hora.
5. Al cabo de este tiempo se cortan unas rodajitas de manzana, se les pone unas gotitas de limón y se cubre toda la superficie de la tarta. Se vuelve a introducir en el horno durante unos 30 min.
6. Por último, se saca del horno y se cubre con almíbar para darle brillo o bien con mermelada de albaricoque o manzana (yo he utilizado el almíbar y mermelada de manzana casera). En el caso de la mermelada de albaricoque, se bate con un tenedor bien y se cubre bien toda la superficie. Para el almíbar se colocan las hojas de gelatina en un cuenco con agua fría.
8. Mientras tanto, se pone el agua, el azúcar y las gotas de limón en un cacillo a fuego lento, removiendo hasta que esté todo bien disuelto. Una vez mezclado y disuelto, dejamos de remover para que no se cristalice. Podemos dar unos toques al cacillo. Se deja a fuego muy lento.
9. Cuando las hojas de gelatina están hidratadas, se escurren y se añaden al cacillo con el azúcar y el agua y se remueve hasta que estén bien disueltas.
10. Cuando la tarta haya reposado un poco, con a ayuda de un pincel de cocina, se pinta la parte de las rodajitas de manzanas con este almíbar.
Trucos
Mejor utilizar canela recién molida, porque aporta más sabor. Moler canela en rama no es fácil, pero ayudándose con un mortero y ganas los resultados son buenos, para el postre y para el bolsillo. ¡Esta práctica te ahorra ir al gimnasio!
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